Por Sara Fernández Liaño
La autoestima puede definirse como la percepción que tenemos de nosotros mismos y su correspondiente evaluación. Es decir, lo que pensamos de nosotros, ya sea en relación al físico, la personalidad, la inteligencia, la capacidad social, etc.
La autoestima no tiene por qué coincidir con la realidad. Una persona puede ser objetivamente hermosa pero percibirse a ella misma fea, y viceversa. ¿Por qué ocurre esto? Nuestra mente construye sus ideas en base a la realidad, sin embargo, no es lo único que influye. Nuestras emociones, salud mental, personalidad, etc. hacen que esta percepción de nosotros mismos pueda no ajustarse a la verdad e incluso distorsionarse significativamente.
Conseguir una autoestima alta depende de muchos factores, la personalidad y las emociones son dos de ellos. Existe una interacción recíproca entre nuestras emociones, personalidad y autoestima.
Cuando estamos tristes pero tenemos una autoestima fuerte y segura, esta nos ayuda a cambiar esa emoción a una más positiva. Y una emoción positiva puede conseguir que nuestra autoestima se eleve y nos haga sentirnos mejor también. La personalidad consigue modificar nuestra forma de pensar, moldear nuestras acciones y trasformar nuestras percepciones. Nuestra manera de dirigirnos al mundo también depende y maneja nuestra autoestima.
Ahora, podemos entender por qué hay días que al mirarnos al espejo, con cualquier cosa que nos pongamos estamos a gusto, y otras veces, no somos capaces de conseguir que nada nos siente bien. En esos casos, deberemos preguntarnos si nuestras emociones están en un momento delicado, o si en ese instante nuestros pensamientos son demasiado derrotistas por algún motivo. Todo eso, como hemos visto antes, repercute en nuestra autoestima, y puede hacer que ese día no consigamos sentirnos bien.
Comenzar por hacer consciente que nuestra mente puede estar usando todas estas variables a la hora de evaluar nuestro físico, inteligencia, capacidad social, etc. puede ayudarnos a cambiar esa percepción; con ello cambiamos nuestra autoestima y quizá, también esas emociones y pensamientos a otros más positivos para alcanzar un mayor bienestar.