Por Sara Fernández Liaño
Las emociones son, dentro de nuestra vida, las responsables de hacernos sonreír, enfadar, sorprendernos, estar tristes, nerviosos, etc. De todas esas emociones, encontramos que, el «ponernos nerviosos», puede tener muchos y diversos significados. Los «nervios», pueden aparecer cuando te enfrentas a algún reto, cuando sientes que algo perjudicial puede ocurrir, cuando esperas una buena noticia, o incluso en situaciones en las que no existe peligro pero, notas esa intranquilidad.
Aunque coloquialmente podemos decir que todas estas son situaciones en las que «los nervios juegan una mala pasada», debemos saber diferenciar unas sensaciones y otras.
El estrés, puede aparecer en una de esas situaciones en las que decimos «sentirnos nerviosos». Normalmente, corresponden a momentos en los que vamos a enfrentarnos a un reto. Lo más importante que hay que saber del estrés es que es crucial a la hora de adaptarnos a esa situación. Esos «nervios» producidos por el estrés son sumamente necesarios para conseguir enfrentarnos al desafío que nos espera. El estrés, nos proporciona esa activación que nos permite ponernos en marcha. Por eso, no debemos pensar negativamente cuando sentimos esta clase de «nervios», porque en realidad, son beneficiosos. Solo pasan a ser perjudiciales cuando se prolongan en el tiempo o su intensidad es demasiado elevada.
La ansiedad es otro tipo de «nervios» que aparecen en el momento en que anticipamos algún tipo de «peligro». Esa anticipación puede ser muy beneficiosa y adaptativa, ya que nos permite prepararnos ante situaciones futuras que puedan suponer un riesgo. El verdadero peligro en la ansiedad es la generalización. Si no somos capaces de discriminar las situaciones futuras reales de emergencia, y nos colocamos en posición de alarma en demasiadas ocasiones, puede convertirse en un problema.
Por último, el miedo, es una sensación física donde nuestro sistema simpático se activa para hacer frente a un peligro real. Cuando este miedo es racional, consigue la supervivencia de la especie. Sin embargo, cuando se hace irracional, como en el caso de las fobias, comienza a crear problemas a quienes lo padecen.
Lo más importante es entender que, las situaciones en las que padecemos «nervios», ya sea estrés, ansiedad o miedo, son necesarias, positivas y nos ayudan a adaptarnos. Además, cuando por algún motivo se convierten en patológicas, existen estrategias específicas psicológicas para cada una de ellas que nos ayudan a controlarlas.