Por Sara Fernández Liaño
La percepción de las relaciones sexuales ha cambiado a lo largo del tiempo. Antes era típico encontrar una pareja, casarse y tener hijos juntos. En ese caso, las relaciones sexuales eran íntimas y exclusivas de la pareja. Hoy en día, esa forma de concebir la sexualidad sigue manteniéndose en la mayoría de los casos. Sin embargo, la percepción social de las relaciones sexuales ha cambiado a lo largo del tiempo. Hoy en día, en la mayoría de los países desarrollados, la forma convencional de concebir la sexualidad como un mero acto reproductor tiende a sustituirse por una concepción más abierta y lúdica.
La psicología clínica ha seguido de cerca temas relacionados con la sexualidad. Entre otros asuntos, los trastornos del comportamiento y de la identidad sexual.
No todas las personas viven la sexualidad de la misma manera. A cada uno nos gusta y excitan cosas distintas. Sin embargo, existen casos en los que buscar ese placer se convierte en algo patológico y que genera verdadero malestar a la persona. Estamos hablando de las parafilias.
Las parafilias se definen como la presencia repetida de fantasías, impulsos o comportamientos de tipo sexual excitatorio que, por lo general, engloban objetos no humanos, el sufrimiento de uno mismo, de la pareja, de niños o de otras personas que no los consienten. Estos deseos provocan un malestar significativo a las personas que los padecen, quienes no pueden excitarse con las prácticas sexuales habituales.
Una de las parafilias más conocidas es el exhibicionismo. La persona que lo padece solo encuentra placer con fantasías, impulsos o comportamientos sexuales que implican la exposición de los propios genitales a un extraño que no lo espera.
En el fetichismo aparecen fantasías, impulsos o comportamientos ligados al uso de objetos no animados.
El denominado voyeurismo habla de las fantasías, impulsos o comportamientos sexuales que se experimentan al observar a escondidas a personas desnudas, que se están desnudando o que están practicando la actividad sexual.
Las fantasías, impulsos o comportamientos sexuales que conllevan tocar y rozar a una persona en contra de su voluntad se denominan froteurismo.
La pedofilia o paidofilia vuelve a referirse a fantasías, impulsos o comportamientos sexuales que implican actividad sexual con niños pre-púberes.
Dentro de las parafilias encontramos dos de ellas muy relacionadas entre sí, pero diferentes. El masoquismo sexual implica, de una manera real o simulada, el ser humillado, pegado, atado o cualquier forma de maltrato que conlleve sufrimiento. Por otro lado, en el sadismo sexual, se encuentra el placer infringiendo esa humillación y agresiones a su víctima.
Además de conocer las definiciones de algunos de los trastornos del comportamiento sexual, es importante entender qué es lo que pasa en la mente y el cuerpo de las personas que los sufren. En muchas ocasiones, pensar en este tipo de trastornos puede hacernos reaccionar con un gran rechazo. Eso es comprensible, ya que la mayoría de las acciones tienen un componente de obligación o desviación que nos suscitan desaprobación. Sin embargo, detrás de estas parafilias, podemos encontrar personas perdidas, deprimidas, con baja autoestima, ansiosas e incluso a veces, que se rechazan a ellas mismas.
Muchos de los trastornos comentados comparten componentes que encontramos en una sexualidad satisfactoria y sana. El trastorno aparece cuando es ese comportamiento el único que permite a la persona sentirse bien, cuando es la única manera que tienen para poder sentir placer porque, lo que en teoría pudiera ser una práctica sexual “normal”, a ellos no les excita. Además, suelen ir acompañados de un sentimiento de malestar, culpa y rechazo que les impide estar bien.
El problema se agrava cuando nos enfrentamos a parafilias que no solo provocan malestar en la persona, sino que ese malestar se lo causan a los demás, e incluso en algunas, se llegan a cometer delitos muy graves penados por la ley, como por ejemplo en la pedofilia. El perfil típico de una persona que comete actos de pedofilia suele ser de hombres de mediana o avanzada edad, solitario, con baja autoestima, dificultades para establecer relaciones heterosexuales, que frecuentemente abusa del alcohol u otras sustancias y con pocos recursos para afrontar el estrés. Es importante intentar comprender los motivos que impulsan a la persona a cometer esos actos, y ayudarle a conseguir una adaptación sin consecuencias negativas.
En la mayoría de los casos los síntomas de los trastornos sexuales tienen un significado. En realidad, nos están hablando y dando información sobre algún conflicto que pueda existir en la vida del sujeto. Cada trastorno sexual implica un sufrimiento escondido que existe en la persona, que no es identificado. Las terapias suelen ir encaminadas a encontrar, revelar y conciliar ese conflicto para que la sexualidad vuelva a ser placentera y saludable.
Un artículo muy interesante. Saludos
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